Mujeres de la luna, estreno del Teatro de la Luna

Por Vivian Martínez Tabares

Hoy quiero hablarles de un hecho teatral que tuvo lugar este pasado fin de semana: Se trata de la nueva creación que el Teatro de la Luna acaba de estrenar en ese espacio extraordinario que es la Fábrica de Arte Cubano, el singular centro cultural que impulsa X Alfonso, con un conjunto de colaboradores y con el apoyo del Instituto Cubano de la Música, creado en una vieja edificación en desuso de la antigua fábrica El Cocinero, en Calle 26 esquina a 11, en El Vedado.

Mujeres de la Luna es el título del espectáculo de cabaret que las féminas que integran la tropa de Raúl Martín compartieron con los espectadores el pasado sábado, en su estreno, y que se repitió el domingo en la Nave 3, la dedicada al teatro, en la Fábrica de Arte Cubano. El elenco del Teatro de la Luna está integrado esta vez por cuatro actrices y dos músicas: las primeras, Olivia Santana, Yordanka Ariosa, Yaité Ruiz y Yaikenis Rojas, y están eficientemente acompañadas por Dania Suárez, al piano, y por Diana Rosa Suárez en la polirritmia y la percusión.

El cabaret es un género de larga tradición en las artes escénicas. En su vertiente política, nacido en Alemania a inicios del siglo XX, inspiró a Bertolt Brecht para crear algunas de sus piezas y destacados intérpretes actuales, como los mexicanos Jesusa Rodríguez, Regina Orozco y Tito Vasconcelos, lo desarrollan en agudos discursos que dialogan con la realidad. Nosotros tenemos otra tradición de cabaret, que viene del oropel, la sandunga y de la rica musicalidad del cubano, con Tropicana como emblema. Mujeres de la Luna quizás bebe de ambos referentes con una mirada contemporánea.

El guión de Raulito Martín enlaza pasajes dramáticos y musicales de puestas en escena anteriores, estrenadas por su grupo. Así, a manera de collage, se enlazan algunas canciones de Flora, el personaje protagónico de la puesta de La boda, de Virgilio Piñera, pasajes de La Reina en Delirio habanero, de Alberto Pedro, y del El Dragón de Oro, de Roland Schimmelfening, con su recreación de la fábula de la cigarra y la hormiga en torno al trabajo.

Están además fragmentos de otras obras de la dramaturgia cubana que no forman parte del repertorio del grupo, como un monólogo de la emblemática Manteca, también de Alberto Pedro, y un pasaje de Cuando Teodoro se muera, de Tomás González, a los que el director echa mano para completar un trazado relacionado con mujeres. Rinde tributo así, también, a notables voces de la escritura teatral cubana. El guión se completa con la mezcla de un trozo del poema de Piñera que recrea a Flora, la mujer de los grandes pies y el tacón jorobado; la letra dicha e interpretada, como si de un monólogo teatral se tratara, de un popular reguetón, y con la intervención de un personaje, Lucía Benitez, creado por el joven director Reynier Rodríguez Vázquez, asistente de dirección de Raúl, para su montaje de la pieza Goldfish, que como otras de las obras mencionadas aquí, hemos comentado en este espacio.

Así, Raúl Martín construye un cabaret femenino lleno de gracia y dinamismo, en el que las cuatro actrices demuestran sus dotes histriónicas y sus capacidades musicales, al desdoblarse en roles diversos y transitar por gradaciones dramáticas y humorísticas en una trama propia del género.

Sin otras pretensiones que adecuarse a un nuevo espacio, en el que más que el teatro dramático puro, lo que cabe son espectáculos dúctiles y experimentales, de poca complejidad escenográfica y técnica, y con extrema proximidad del público, Mujeres de la luna es un divertimento inteligente, que se comunica de inmediato con los espectadores y durante una hora nos hace reír y disfrutar del talento de estas artistas y de su guionista y director.

El espacio de la Nave 3 está utilizado a fondo y de modo aleatorio, las actrices no se limitan a usar el pequeño espacio escénico frontal, sino que se desplazan junto a nosotros, alternan áreas distintas, para dominar todo el ámbito informal, hasta la zona tras la barra del café ubicado al fondo y en pleno funcionamiento, lo que nos mantiene alertas y dispuestos a voltearnos para seguirlas en su ágil desempeño.

Hay un fuerte sesgo satírico, expresado en varios números o pasajes del guión: uno es en el que Yaikenis Rojas derrocha gracia y dominio técnico, al interpretar para nosotros un potpourrí de números músicales que anuncia lamentablemente ausentes de los medios, y que de inmediato descubre como los más sonados hits de estos días, incluidos algunos empalagosos por su dudosa calidad y el abuso que se hace de ellos, lo que la actriz subraya con sobrados recursos paródicos y con su capacidad de improvisación vocal.

Otro es el duelo musical entre Yordanka y Yaikene, entonando un popular tema de la canción cubana para recrear, simbólicamente, y a través de la interpretación de dos mujeres artistas, la tensa relación histórica y la proximidad entre Cuba y los Estados Unidos, a la que se incorpora un sesgo doméstico ligado con la vida cotidiana y los pequeños discursos.

Una vez más Raúl Martín demuestra su talento y su potencial para estructurar efectivas tramas escénicas, a la vez que para exponer y desarrollar las capacidades representativas de sus actores, en este caso actrices, que se vuelven efectivas co-creadoras del espectáculo, con la energía y la versatilidad que ponen en función de cada pasaje.

Mujeres de la Luna continuará en cartelera durante los próximos cuatro domingos: 23 y 30 de marzo y 6 y 13 de abril, en la Nave 3 de Fábrica de Arte Cubano, siempre a las 9 de la noche. Lléguese por allí y pase una hora de disfrute.

Y para despedirnos, hay un tema de Orlando de la Rosa, “Vieja luna”, que la actriz Yordanka Ariosa, como la Reina de la Salsa, interpreta en vivo, y se sorprende cuando se siente relevada por la voz inigualable de Celia Cruz. Escúchenlo.