Freddy Ginebra o ¿por qué (a veces) gritamos?

Por Alejandro F. Aguilar

Freddy Ginebra, el emblemático anfitrión de Casa de Teatro cambia de roles y en la tercera noche de marzo nos ofrece una obra que él mismo gestara más de 45 años atrás. El público acude anticipando el disfrute que produce todo lo que brota del talento y el carisma de este artista que se esconde tras su reputación de imprescindible promotor cultural. Aún el título inquietante de “A veces grito”, no disipa el sentimiento de júbilo ni permite anticipar lo que tendrá lugar en la escena. Llegado el momento, las luces se oscurecen y comienza el viaje por el laberinto existencial de un personaje que es uno y todos los seres a un tiempo. En su difícil travesía, busca respuestas a muchas preguntas que son a la vez una; la misma que ha atormentado al ser humano desde siempre.

En breve, la psiquis del espectador se ha contagiado del estado de aparente demencia que se nos presenta. Lo consigue un texto esencial y de tal vigencia que parece haber sido escrito ayer; la ingeniosa puesta en escena del director teatral cubano Raúl Martín; y la defensa con garra y talento que hace de su rol el joven actor colombiano Alejandro Vázquez. Pareciera que el credo de la obra es invitarnos a quebrar los límites, a darle vueltas al mundo para escudriñar en sus entrañas como se hace con los cajones en busca de una prenda valiosa. La urgencia de hallar respuestas trasciende la escena y se extiende a la platea. Es imperativo ayudar a ese hombre que se debate en la duda, para comprender los caminos por los que transcurre nuestra propia vida. El autor propone hacerlo con la fuerza de la desesperación y la urgencia de lo efímero de la existencia; y demanda que lo hagamos sin detenernos ante límites autoimpuestos ni condicionamientos sociales de cualquier tipo. Cuando un sorpresivo recurso escenográfico nos indica que el personaje se acerca al final de su viaje indagatorio, percibimos en nuestro pensamiento las huellas de esa batalla compartida con el equipo que tuvo a su cargo esta nueva puesta en escena de “A veces grito”. Sorprende caer en cuenta de que el autor comenzó a debatirse en similar angustia desde su muy temprana juventud y de que aun hoy lo hace con igual fuerza y pasión. Lo demuestra el que esta obra haya sido retomada y exhiba tal vigencia y vigor. Me pregunto por qué Freddy Ginebra nos ha privado durante tanto tiempo de su voz como autor teatral; una voz que se distingue por su fuerza; capaz de generar obras como esta, honestas, desgarradas, intensas. La escena teatral dominicana parece estar sedienta de propuestas que nos empujen a saber sin temor a hallar respuestas; de voces imprescindibles en el espacio y el tiempo que vivimos en los que, a menudo, cada uno de nosotros en su yo más profundo, también a veces grita