UN DELIRIO EN EL ALMA DE LA HABANA

El Teatro de la Luna revivió a Celia Cruz, Benny Moré y Varilla en Casa de Teatro

Por Eva Loynaz

No cabe la más mínima duda (aunque esto no pueda ser corroborado por la mismísima cantante por razones ya conocidas): Celia Cruz jamás imaginó que estaría en cuerpo y alma pisando las tablas de La Habana. Mucho menos, que su reencarnación (creada hace más de una década), su paso espiritual por un bar en ruinas de la tierra a la que nunca regresó, saldría de viaje y anclaría en esta otra isla luego de su muerte.

“Delirio Habanero” logra eso. La puesta cubana, presentada recientemente en Casa de Teatro, hace realidad el sueño de la vieja guarachera. Alberto Pedro (reconocido dramaturgo) dibuja con trazos finos a la mujer que hipnotizó a medio mundo con su “Azúcar”; Raúl Martín coloca personajes en el escenario, se auxilia de un piano destartalado, maneja el tiempo, entradas y salidas, ritmo de las emociones y Laura de la Uz se viste de Celia logrando una caracterización impresionante.

Pero la gran reina cubana (ausente, pero reina igual: exiliada, pero cubana igual) no está sola. La acompañan Benny Moré (El Bárbaro del Ritmo, el hombre que se hizo dueño del corazón de los cubanos) y Varilla, un emblemático cantinero de La Bodeguita del Medio de La Habana de ayer. Ellos tres, o para ser más realistas, tres delirantes y enigmáticos seres que creen ser ellos tres, conviven sacando a flor de piel sus emociones, sus frustraciones, sus vicios, sus plegarias, sus ocultas verdades.

Así transcurre todo. Amarilys Núñez le da a Varilla la dimensión que seguro soñó el propio Alberto Pedro. Se mete en la piel de este loco que pretende ser el famoso cantinero y logra momentos espectaculares con una sincronización perfecta de gestos, diálogos y emociones.

Por su parte, Mario Guerra hace magia con su Benny a tal punto que su actuación se convierte en una puerta a la nostalgia para aquellos que conocieron a fondo a este intérprete imprescindible en la música popular cubana o lo vieron en escena alguna vez, y en un retrato perfecto para los que apenas lo conocen. Adopta las poses, gestos, estilo del cantante. Eso, junto a su magnífico desempeño vocal, nos convierten al Benny de este lunático habanero que habita en este bar olvidado, en una crónica cargada de dulces evocaciones.

Entonces, llega el turno de Laura de la Uz. Aquella chica que impresionó en películas como Hello, Hemingway y Madagascar, se nos revela como actriz madura, impresionante, con una fuerza en escena muy particular y una capacidad perfecta para desdoblarse. Vestirse de Celia Cruz no puede ser una tarea fácil para nadie y mucho menos hacerlo sin caer en caricaturas fáciles y banales. Pero Laura logra darle vida propia, alma, rescatar el carisma de Celia. Laura la salva, salva a la alocada mujer que cree ser la cantante y también a la propia cantante. Su interpretación de algunos de los éxitos de la cubana sorprende a la mayoría.

Y es que sin duda, la gran fuerza de esta puesta está en las actuaciones, en quienes encarnan a estos tres personajes para dejar a flor de piel sus verdades y hasta sus simulaciones.

El Teatro de la Luna, que ha ganado un espacio importante en la historia reciente del teatro cubano, logró con este montaje una excelente crítica en la vecina isla. Aunque el público hubiera agradecido un trabajo de edición mayor en la puesta y sobre todo, en algunos parlamentos del Benny, “Delirio Habanero” se convierte en un agradable canto nostálgico, tan cubano como Celia, Benny y Varilla.