Teatro de la Luna: Escena para las alturas

Por Vivian Martínez Tabares

Nacido en el fragor del Teatro El Público y, como aquel, hijo del magisterio brillante de Roberto Blanco, Teatro de la Luna, conducido por un artista talentoso como Raúl Martín, ha sido una de las alternativas de mayor interés en la escena cubana de estos tiempos

Con amplio repertorio, en el que predominan títulos de Virgilio Piñera ―y es el grupo cubano que más lo ha representado en este siglo―, como La boda,Electra Garrigó, El álbum y Los siervos, Martín ha incursionado en distintas dramaturgias, de Pirandello, con Seis personajes en busca de un autor, a Alberto Pedro, con Delirio habanero, sin dudas el mayor éxito del colectivo, con diversos elencos. Y ha recreado piezas de Abilio Estévez, RolandSchimmelfening y TadeuszRozewicz, siempre con sello propio.

De Roberto Blanco ―creador de un lenguaje espectacular signado por la belleza, el gesto magnificado y un modo enrarecido y no naturalista de decir los textos―, Raúl fue discípulo en las aulas del Instituto Superior de Arte y asistente de dirección en Irrumpe. Así, heredó del maestro una mirada esteticista y creó una teatralidad singular, que subraya el multidisciplinarismo de la escena y exige del actor un compromiso a fondo.

Notables artistas han sido o son parte de su tropa: Laura de la Uz, Mario Guerra, Amarilys Núñez, Carlos Enrique Almirante, YordankaAriosa y Yaité Ruiz, entre otros, capaces de construir ficciones por medio de una expresión orgánica, que puede crear seres tangibles, revivir mitos del imaginario colectivo cubano ―como Benny Moré o Celia Cruz―, y potenciar el juego paródico y la fascinación frente a un parlamento del absurdo.

Guiados por Martín, ellos y muchos actores han sido co-creadores de un teatro total, en el cual se apropian de los textos al tiempo que danzan una partitura que es coreográfica sin dejar de ser esencialmente teatral, contrapuntean con la música, a menudo en vivo, como eficaz base dramática, y seducen al público.

Los actores y actrices de la Luna se mueven con libertad, de la interiorización y el cuidado en el decir, a la farsa y la representación formalizada, burlona y crítica, y, como resultado de una exigencia sistemática, cantan y bailan bien. Con el cabaret Mujeres de la Luna homenajearon a la dramaturgia contemporánea de la Isla ―Piñera, Alberto Pedro, Tomás González―, fustigaron el sexismo y, con curioso olfato y sin perder humor, anticiparon un camino de diálogo entre Cuba y los Estados Unidos nueve meses antes del 17 de diciembre.

No ha sido fácil el esfuerzo desplegado por Raúl Martín en el contexto actual del teatro cubano, marcado por la movilidad de elencos, que amenaza los repertorios y la propia supervivencia de los grupos. Hoy espera con ansias la terminación de su futura sede, en el antiguo cine Pionero, para crear el Centro Cultural Roberto Blanco, y sueña con nuevas propuestas de un teatro para las alturas.