Maridaje a la criolla

Por Roxana Rodríguez

Una propuesta de teatro polaco atrae la atención de los habaneros

Una vez más Raúl Martín, director de Teatro de la Luna, se aproxima a las dramaturgias europeas con la puesta en escena de Matrimonio blanco, de Tadeusz Rozewicz (1921), que recién se repuso en la sala Adolfo Llauradó, del Vedado.

Un vasto repertorio de obras de los autores cubanos Virgilio Piñera, Abilio Estévez y Alberto Pedro, caracteriza a la mencionada agrupación; sin embargo, desde hace algunos años, para beneplácito de sus seguidores, adosa a su lista de éxitos escénicos escrituras del Viejo Continente. Recordemos El Dragón de Oro, del germano Roland Schimmelpfenning; La primera vez, del joven polaco Michal Walczak; o La dama del mar, del noruego Henrik Ibsen; que se vieran en jornadas de teatro dedicadas en 2012 y 2013 a aquellos países.

En todas esas puestas se verifica un período de asimilación, acercamiento y recontextualización, por parte de Martín y su equipo, a partituras que nos parecieran distantes en la geografía y el tiempo; pero que marcan la contemporaneidad.

Matrimonio blanco, estrenada este año como parte de la 2ª Semana de Teatro Polaco en La Habana, gozó después de gran acogida de público y crítica durante la edición 15ª del Festival de Teatro en esta ciudad. Dotada de códigos muy al estilo de Raúl Martín, el montaje se evidencia eminentemente criollo y deviene otro acierto del colectivo en el acercamiento a la literatura dramática de las regiones del Báltico.

Tadeusz Rozewicz, notable dramaturgo, poeta, narrador y guionista de Polonia, ostenta una obra de incalculable riqueza conceptual, desprovista de aderezos expresivos, quizá por sus vivencias personales vinculadas a los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Al igual que algunos de sus coterráneos se sostiene en la raigambre expresionista del teatro de su país.

Matrimonio… es un texto blasfemo e irreverente en el que su autor regresa sobre ciertos íconos y rasgos constatados en otras de sus piezas. La vieja mujer empolla y El archivo, esta última estrenada en Cuba, en 2012, por el grupo Teatro El Cuartel, que dirige Sahily Moreda, son los ejemplos más representativos.

Un humor cáustico, perturbador, se percibe en la reciente puesta de Martín, donde el sarcasmo hace de las suyas, para arremeter contra una desesperación interior, alimentada por la carencia de valores humanos, éticos, de una sociedad corroída por los tabúes y el dogmatismo de algunas doctrinas religiosas.

Una joven adolescente se resiste a asumir los modelos imperantes en torno a la orientación sexual, mientras a su alrededor coexisten el machismo, la sumisión, la concupiscencia

Artisticidad e ingenio introducen en esta puesta una visualidad sugerente que no descuida el más mínimo detalle en la concepción de los diseños escenográficos y de vestuarios como basamento esencial para construir significados y símbolos. Las imágenes fálicas se alzan a modo de insinuaciones lascivas que se muestran de modo diverso para cada uno de los personajes.

El abuelo, ataviado como Papá Noel, y con un pecaminoso proceder, nos invita a reflexionar sobre la ruptura de fantasías pueriles en el tránsito de la infancia a la adolescencia.

Las butacas de estilo, con ruedas incorporadas, otorgan a quienes las portan (el padre y la madre) una movilidad desmesurada, insólita, que no solo exhibe su estatus social, sino también la invalidez mental y la aletargada afectividad que padecen. Al fondo, un telón traslúcido atenúa formas e imprime a la puesta un matiz surrealista.

A la vez, ofrece al espectador una cadena de situaciones colaterales a la acción central, que también señalan por dónde se va a guiar el hilo conductor de la trama.

Desde siempre Raúl Martín se ha destacado por un notable trabajo en la dirección de actores y en Matrimonio… cumple con creces en este rubro al colocar sobre el escenario una nómina capaz de cantar y danzar, incluso ballet clásico; gracias al empeño de Odwen Beovides, Brenda Estrada, Maylín Castillo y Rafael Guzmán, en la preparación musical y danzaria, así como en la asesoría coreográfica

El elenco también se reveló entrenado en el manejo de escenografías y vestuarios -si no tan complejos, al menos, diversos- aun cuando más de un actor o actriz interpreta hasta dos personajes en el montaje.

Una sorprendente asociación plástica y escénica luce esta divertida y delirante propuesta teatral que se distingue por la organicidad en cada uno de los desempeños actorales para sostener, con versatilidad y buen tino, cada una de las exigencias de la obra; enhorabuena, es uno de sus mejores laureles